"Si digo que no noto los celos de otras mentiría, pero creo que es normal. Esto es un negocio y un deporte individual, y yo gané Wimbledon con 17 años cuando las demás tenían 23 o 24. Por supuesto que esto no es bueno para el deporte pero en fin, es parte de mi vida, desde que era júnior".
Sirva esta cita, extraída de una entrevista mantenida con este periódico en mayo de 2006, para definir la complicada relación entre Maria Sharapova y el resto de tenistas rusas. La historia viene de lejos, es el debate eterno generado en Moscú sobre la conveniencia o no de incluir a la ex campeona de Wimbledon en el equipo ruso de la Copa Federación.
Desde niña, siempre a contracorriente, Sharapova ha sabido defenderse de todos los ataques. Cuando aterrizó con nueve años en Florida se sintió extraña, una forastera en el país norteamericano. Hoy, cumplidos los 20, donde se siente extranjera es en Rusia. Allí, su imagen ha servido recientemente para 'vender' la candidatura de Sochi a los JJOO de invierno en 2014. Aun así, no le pasan una.
Durante el mismo encuentro mantenido con elmundo.es, la tenista nacida en Siberia insistió: "Ya he dicho que sólo viajé a EEUU para formarme como tenista. Algún día me gustaría jugar [la Copa Federación] con Rusia". Y así iba a ser este fin de semana, el debut esperado, y nada menos que ante EEUU, su país de adopción y rival histórico de Rusia en todos los órdenes de la vida.
http://elmundodeporte.elmundo.es