“Mi hombre no necesita huevos de tortuga para ser más potente”, es la frase que reza en uno de los miles de carteles donde aparece la figura de la Top Modell argentina, Dora Noemí Kerchen; como fondo de la campaña desplegada en México y diversos lugares del mundo para intentar detener el consumo de los huevos de tortuga a los que se les atribuye propiedades afrodisiacas.
Cada año, entre julio y septiembre, miles de tortugas acuden a las playas mexicanas del Caribe, a depositar su huevos bajo la arena para su natural proceso de incubación y posterior nacimiento de sus crías; lo que permite -como todo ser viviente del planeta-, la continuidad de su propia especie. Como en otros innumerables casos, esta noble coriacea de los mares, esta en peligro de extinción por la rapiña de los “buscadores” de sus huevos y por la necesidad de sus consumidores, que tienen el convencimiento que les reporta mayor potencia sexual.
Ante la insensibilidad de sus depredadores y consumidores, diferentes ONGs e Instituciones privadas, han salido al frente desplegando campañas a favor de la conservación de la tortuga, solicitando a las debidas autoridades a que se comprometan en esta justa causa. Al mismo tiempo, la campaña apunta directamente a los hombres que consumen los afrodisiacos huevos, calificándolos como típicos machistas del siglo pasado; y desde luego, culpables directos de la inminente extinción de esta tortuga