Aclimatizando el humor

No es nada nuevo escuchar cómo el clima hace estragos en el humor de los habitantes de tierras en las que el invierno es fuerte. Sin embargo, acostumbrarse toma años de práctica y aún así no se percibe como algo normal... al fin y al cabo los días deberían ser siempre “días”: claros y llenos de luz; mientras que las noches deberían siempre estar hechas para dormir o tener cenas románticas.

En la vida real, esto no siempre es así, y para personas de tierras calientes como los latinos que vivimos en Europa, el invierno es una de las épocas más duras, pues si bien se aprecia la belleza de “una blanca navidad” y de jugar en la nieve, la constante obligación de llevar varios abrigos y sweaters, guantes, medias, leggings y botas, y además tener que caminar para ir con cuidado de no resbalar, hace mucho menos placentero y deseado el hecho de conversar en la calle, pues lo único que queremos es llegar a nuestros tibios hogares, despojarnos de todo lo mojado que llevamos y tomar algo caliente que nos devuleva el color y la vida al cuerpo...

Durante el tiempo que viví en Boston, sufrí mucho en el invierno, sobre todo porque dura 6 meses, y aunque todos se repetían a sí mismos que “no existe mal clima, sino la ropa equivocada” nunca estuve totalmente de acuerdo, pues no todos podemos pagar “la ropa adecuada” que nos mantenga calientes, felices y aún con dinero en el banco para comer el resto del mes. Al llegar a Suiza en el otoño de 2008 ya estaba haciendo un poco de frío, y luego de haber pasado 6 meses de calor infernal en Caracas, Venezuela, estuve totalmente agradecida por el cambio. Sin embargo, el invierno que prosiguió fue uno de los más fuertes que he tenido que vivir, y la lucha más agotadora fue conmigo misma para poder mantener buena energía y ganas de hacer ejercicio y visitar a mis amigos, aún cuando haya que caminar 20 minutos porque el tram no pasa y las calles son muy resbaladizas como para ir en bicicleta.

De la misma manera, con la llegada de la primavera y luego del verano, reaprendí a valorar y admirar la sabiduría de la naturaleza, el verde tan intenso de los árboles y, sobre todo, observé con fascinación que el humor de los europeos también cambia, que son más abiertos que de costumbre, que se escuchan más risas en el ambiente y que todo tiene una vibra que no se tiene en lugares en los que no hay variaciones de clima.

Existen, algunos tips para combatir la depresión y no tener que añorar desesperadamente hasta que la primavera regrese:

No dejar de hacer ejercicios es una recomendación infalible, sin importar el deporte que sea, el movimiento nos mantiene relajados, libres de stress y las endorfinas nos hacen felices. Si como yo, no eres un fanático de los deportes de invierno (por falta de práctica y por desconfianza en lo desconocido) sigue yendo al gimnasio o sal a caminar.

Comer sano tiene mucho que ver con el punto anterior, y se refiere simplemente a cuidar de nuestro cuerpo, que es el automóvil que nos mantiene en movimiento. Prefiere las frutas y legumbres de la época y no olvides que las sopas te mantienen caliente y además son muy sanas.

Encuentra un nuevo hobby; algo que no puedas hacer en otra época del año porque lo considerarías una pérdida de tiempo, como por ejemplo tejer o pintar, u organizar los closets y gabinetes de tu hogar,

Reunirte con amigos es uno de mis pasatiempos favoritos en invierno. Compartir veladas con tus seres queridos alrededor de un Fondue o Raclette, Glühwein o simplemente café en casa, es uno de los mejores alicientes para hacerte sentir feliz y agradecido por tener con quien compartir días así.